- ¿Te puedo hacer una consulta.?
- Absolutamente no.
- Absolutamente no.
(Valentino contestando a su pareja sentimental y socio Giancarlo Giammetti ).
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Siempre me han interesado los documentales de personas extraordinarias que vencen a las circunstancias. Normalmente son ese tipo de documentales de personas del tercer mundo que sufren algún tipo de aplastante calvario y logran salvarse. Valentino, desde el primer mundo, también venció a su circunstancia y es más, hizo de su vida una obra de arte. Un tío con perros que viajan en jet privado y que hace de su personalidad un icono. Eso también tiene su qué.
¿Cómo lo hizo? Básicamente era un eterno optimista. Vio las cosas bonitas de este mundo, las inalcanzables para la mayoría de los mortales, y se lanzó a por ellas con algo tan voluble y ficticio como la moda. Y a vivir que son dos días y uno me lo he pasado durmiendo.
El mundo de lujo que nos enseña es acojonante, pero la pléyade de personajes de los que se rodea no tiene desperdicio. Los ayudantes gays, las modelos sin intimidad, esas costureras esclavas, esos famosos peloteros que buscan favores. Todos conforman una corte de interesados con actitudes rateras y sumisas Hace gracia ver a la española Nati Abascal sollozándole tras un pase como si hubiera visto llorar a la virgen María.
En 1998 Valentino vendió la empresa a un grupo financiero que poco a poco quiso introducir cambios de estilo que fueron minando la personalidad de la firma. Fue el fin , un fin que nunca hubiese querido Valentino que fuera de esa forma y que solo consiguió aceptar por el vil pero apacible dinero. Esa necesidad de destrucción de lo anterior bien hecho, está reflejada en el documental por el jefe del grupo financiero que compra la marca, un cretino de subidón continuo. Sin embargo, lo mejor del documental son los piques de Valentino y Giancarlo, antología del mariconeo cruel .
¿Cómo lo hizo? Básicamente era un eterno optimista. Vio las cosas bonitas de este mundo, las inalcanzables para la mayoría de los mortales, y se lanzó a por ellas con algo tan voluble y ficticio como la moda. Y a vivir que son dos días y uno me lo he pasado durmiendo.
El mundo de lujo que nos enseña es acojonante, pero la pléyade de personajes de los que se rodea no tiene desperdicio. Los ayudantes gays, las modelos sin intimidad, esas costureras esclavas, esos famosos peloteros que buscan favores. Todos conforman una corte de interesados con actitudes rateras y sumisas Hace gracia ver a la española Nati Abascal sollozándole tras un pase como si hubiera visto llorar a la virgen María.
En 1998 Valentino vendió la empresa a un grupo financiero que poco a poco quiso introducir cambios de estilo que fueron minando la personalidad de la firma. Fue el fin , un fin que nunca hubiese querido Valentino que fuera de esa forma y que solo consiguió aceptar por el vil pero apacible dinero. Esa necesidad de destrucción de lo anterior bien hecho, está reflejada en el documental por el jefe del grupo financiero que compra la marca, un cretino de subidón continuo. Sin embargo, lo mejor del documental son los piques de Valentino y Giancarlo, antología del mariconeo cruel .
Valentino no dibuja, crea explosiones en tus ojos.
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El documental , resumen perruno:
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